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8.8.19

El arrepentimiento de las madres



Falta a la verdad la madre que en algún momento no ha tenido un pensamiento fugaz de arrepentimiento. Bien sea porque estaba desbordada o porque ha sentido miedo u otra emoción incómoda.

En las consultas con madres es bastante frecuente tratar este sentimiento, pero hay que hacer una mención especial a las madres a las que este sentimiento está bien arraigado y es recurrente a lo largo del día, semanas, meses y años.

¿Qué hacemos con estas madres?


Normalmente la sociedad espera que cambien de opinión, minimizan sus sentimientos, las fiscaliza… pero no las toma en serio.

Todo el mundo se ha arrepentido alguna vez en su vida de algo. Puede ser de haber comenzado una relación, de haber escogido unos estudios concretos que después no te gustaron, de haber aceptado un trabajo que no querías, de haberte comprado una vivienda o un coche que después no cumplió con tus expectativas. En cualquier caso, parece que todas estas situaciones son reversibles en mayor o menor medida y por tanto el arrepentimiento se puede disipar.

El arrepentimiento es un sentimiento común y humano, pero está vetado para las madres.

Pero ser madre es irreversible. Incluso si
entregas a tus hijos a servicios sociales, sigues siendo madre. Tu cuerpo ha cambiado, tu cerebro ha cambiado y las criaturas han nacido. En España se dieron en adopción el año pasado unos 130 bebés, la mayoría en Madrid y Cataluña.

¿Por qué se arrepienten las madres?


Aquí está el quid de la cuestión. Voy a hablar siempre de maternidades DESEADAS, nunca de las obligadas. ¿Qué lleva a una mujer que ha deseado ser madre a arrepentirse cuando tiene a su bebé en brazos?

Una de las grandes razones por las que la maternidad CAMBIA la vida de las mujeres es porque asumimos una gran RENUNCIA de nuestra identidad como ser humano. Se espera que las mujeres cuidemos de los hijos la mayor parte del tiempo, implícitamente la sociedad ve la profesión de las mujeres como algo secundario, un capricho infantil que se olvidará cuando llegue la maternidad. Además de que también se nos inculca que nuestro tiempo libre y autocuidados pasan a segundo o tercer plano. Se nos pide además que eduquemos con absoluta responsabilidad y cada una en su hogar.

Con este panorama, no es difícil, si eres sensible a la presión, sentir un gran arrepentimiento por la maternidad.

Pero hay que ir más allá, porque nada de lo que he dicho hasta ahora realmente tiene que ver con el hecho de “ser madre”.

Ser madre no tiene por qué implicar renuncia para siempre. No tiene por qué implicar abandonar nuestra profesión u olvidarnos de nosotras. No. Todo esto tiene que ver con el CONCEPTO de maternidad que tiene nuestra sociedad.

¿Es la maternidad la culpable de nuestra renuncia?


Definitivamente no. Las madres que reflexionamos sobre esto estamos pidiendo un cambio social acerca de la experiencia de ser madres.

Cuando nació mi hija Alicia yo pensé que no podría cuidarla, me arrepentí de haberla tenido. Incluso algunas enfermeras me dijeron que había padres que daban a “este tipo de bebés” en adopción. Yo también pensé “¿y si es lo mejor?” Fantaseé con esa posibilidad. Tenía mucho miedo al futuro. A ser cuidadora durante toda la vida. A renunciar a todo.

Las sociedades donde a las mujeres se nos inculca con más o menos mensajes implícitos que nuestro destino y realización está en ser madres, tienen mencanismos de mucha opresión y nos privan de nuestra libertad. Hacen promesas falsas sobre la felicidad continua que viviremos al ser madres, véase cualquier anuncio de cualquier producto de bebé o las revistas del papel cuché.

La evidencia científica dice que la madre es el sustrato biológico para el bebé hasta los 10 meses aproximadamente, tiempo en el que ya tiene interés por explorar. En nuestra especie, mamífera, la madre tiene la función de regular las funciones fisiológicas y emocionales del bebé: temperatura, alimento, consuelo, tranquilidad…

El desarrollo del niño hasta los tres años puede ser compartido por otras personas aunque la madre va a tener un papel importante, desde luego, ya puede verse mucho más aligerada de la carga de los cuidados. Incluso si hay lactancia en esta edad, pueden pasar horas entre toma y toma.

Esto pone de manifiesto que nuestros bebés nos necesitan por un tiempo limitado. El resto de personas, la tribu, puede tener más protagonismo cuando el bebé crece.

Adicionalmente, muchas mujeres describen que la maternidad “las aparta del mundo”. Yo misma me sentí así durante meses cuidando de mi segundo hijo. Pero la realidad es que cuando mi marido se incorporó a trabajar, yo me pasaba horas sola con ellos, sin posibilidad de entablar conversaciones con adultos. Cuando intentaba ir a algún sitio con mi bebé, los lugares NO estaban pensados para ellos. Así que casi siempre, terminaba yéndome a casa, agobiada porque el entorno no está preparado para recibir a los bebés.

En el ámbito laboral, las madres estamos mal vistas. Se nos ve como una carga en vez de como un valor añadido, que es lo que muchos estudios arrojan. Todavía en un tejido empresarial con mentalidad de la revolución industrial, las madres son vistas como personas que se van a ausentar para cuidar de hijos enfermos, que van a pedir reducciones de jornadas o que van a pedir horas para su lactancia, y todo esto, cree el empresario que le va a perjudicar.

Todas las cualidades que podríamos añadir al currículum cuando somos madres se diluyen en una sociedad machista y capitalista donde la productividad se mide en horas presenciales en la oficina.

¿Qué creemos las madres que es la maternidad?


Esto también es muy importante tenerlo en cuenta. Las mujeres terminamos interiorizando el concepto de “buena madre”: la mujer perfecta que se cuida, que tiene la casa impecable, que va a trabajar, que tiene a los niños limpios y listos en un periquete, que además es amorosa y por supuesto no descuida su relación romántica con su pareja hombre. (La familia tradicional puede ser es el escenario que el sistema patriarcal desea por perpetuar los estereotipos asignados por sexo).

Creo que la clave para que podamos aliviar el sentimiento de arrepentimiento es desmontar el concepto de maternidad que tenemos en occidente:

Maternidades llenas de exigencias, de consumismo, de soledad, de incomprensión, de niñofobia fuera del entorno del hogar, deshumanizada, insensible con los procesos psicológicos de la madre, desvalorizada y abandonada.

Aceptar que somos madres y que nos podemos permitir no llegar a todo. No necesitamos todos los chismes que nos venden. Que es la sociedad la que se equivoca al no recibir a los bebés en los entornos donde interactuamos y no nosotras por querer movernos por el mundo con nuestros bebés. Pedir comprensión cuando un bebé necesita ser cuidado frente a demandas arbitrarias y construidas socialmente. Pedir sensibilidad hacia las madres, que nos valoren porque estamos aportando al bien común con lo más preciado, nuestro tiempo y nuestro cuerpo; pedir acompañamiento hasta que las criaturas empiezan a ser autónomas y otros miembros de la tribu puedan hacerse cargo de ellas.


Por este motivo en consulta veo madres con grandes niveles de frustración, que se sienten incapaces de cuidar a sus hijos con niveles de exigencia que son difíciles de reducir, porque nos han inculcado que “ser madre” es renunciar a todo.

Madres que lloran porque ese sentimiento de arrepentimiento las llena de culpa, y aunque expresan que aman a sus hijos, no pueden disfrutar de su maternidad y estar contentas.

¿Qué implica ser una madre arrepentida?


Socialmente no está nada bien visto porque significa que una mujer NO quiere renunciar. Y si no quiere renunciar por la maternidad, es que quiere ser libre. La sociedad machaca a la mujer que no quiere ser madre: que si te vas a quedar sola, que si eres egoísta, que si nadie te va a cuidar, es que quieres estar toda la vida de parranda, eres una irresponsable…

En una sociedad machista como la nuestra esto es un escándalo, por esto es que saltan todas las alarmas.

Algunos libros, como #MadresArrepentidas de Orna Donath supusieron una gran agitación en las redes. Si bien este libro habla claramente del sentimiento de arrepentimiento y los testimonios de las madres son impresionantes y honestos, a mí me falta una crítica al sistema establecido que hace que vivamos la maternidad desde la opresión.

Echo de menos una crítica a los roles de género impuestos, pasa de puntillas sin ofrecer alternativas a una maternidad sostenida por la sociedad, que no lleve a las madres a una sobrecarga emocional tan enorme que las aboque al arrepentimiento.
Los géneros “femenino” y “masculino” no son más que estereotipos y prejuicios que se vierten en el ser humano cuando se determina su sexo, un marcador biológico como otro cualquiera: el color de la piel o la altura.

Estos roles, aunque tienen una manifestación real en la vida son ARTIFICIALES, porque se asignan a mujeres y hombres con el fin de controlar las vidas y proteger el orden patriarcal establecido.

Es muy triste que una mujer que desea ser madre no pueda después disfrutar de la maternidad

¿Ser mujer implica ser madre?


En nuestra sociedad, por los roles impuestos, sí. La mujer, como hembra humana adulta que es, tiene la capacidad de gestar, parir y exterogestar. Pero no es obligatorio. Tenemos acceso hoy día a métodos anticonceptivos y en última instancia, podemos decidir no mantener relaciones sexuales y no quedarnos embarazadas.

Es importante también preguntarse qué lleva a las mujeres a ser madres. Tener claro de dónde nace el deseo de ser madres es muy esclarecedor. A veces se cede a la presión de ser madres porque ya "se te pasa el arroz", aunque tú en realidad no estás muy convencida, o porque tu madre o tu pareja no paran de pedírtelo, o porque tus amigas tienen todas un bebé y tú no...

Cualquiera de estas razones no parten de un deseo genuino de ser madre, sino que responde a la necesidad de complacer a otros.

Ser madre o padre significa cuidar de una criatura. Simple y llanamente. Incluso puede que ese bebé nazca con una discapacidad y tenga que ser cuidado para toda la vida. Cuidar implica tratar bien, no hacer daño, sacar lo mejor de esa criatura...

¿Cómo hemos llegado hasta este concepto de maternidad?


Parece que los estudios antropológicos arrojan luz sobre la relación que existe entre la sexualidad humana, la reproducción y la maternidad como la entendemos ahora.

Se sabe que durante épocas del neolítico las mujeres disfrutaban de su libertad sexual y reproductiva como deseaban. La cultura era matrilineal, es decir, se sabía quién era la madre del bebé, pero la figura paterna estaba diluida. Cualquier hombre podría ser el padre. Esto podría ser una ventaja adaptativa para que el bebé fuera criado y aceptado por toda la tribu, sin competitividad.

Sin embargo, seguramente por problemas con los recursos naturales, hubo migraciones de otras tribus que empezaron a agredir a las tribus pacíficas matrilineales.

Por observaciones de la reproducción en otros animales, se dieron cuenta de que había rasgos que el hijo recibía de la madre y del padre. Así que para asegurar la descendencia de los mejores individuos, por fuerza, altura… empezaron a coartar la libertad sexual de las mujeres para conocer el linaje patriarcal, es decir, saber que ese bebé tenía un padre concreto.

Esto explicaría las conductas agresivas hacia las mujeres como las violaciones, relaciones sexuales forzadas y el matrimonio pactado. La mujer que se sospechaba infiel estaba poniendo en peligro el linaje de los bebés que podía traer al mundo. El PATER se convierte en una figura de máxima importancia.

Podemos deducir que las violaciones tienen una base cultural y no biológica como muchos machistas nos quieren hacer creer. 

Este es el origen del control reproductivo y de la anulación de la libertad sexual de las mujeres. De la importancia que tiene en nuestros días la PATERNIDAD y de que las mujeres sólo seamos una VASIJA, como ocurre con la violencia obstétrica, donde el bebé es el bien más preciado e incluso el ensañamiento contra la mujer está justificado si “el bebé ha nacido sano”.

Todos estos datos nos dan una visión de lo que significa “ser madre” en nuestra cultura occidental y de la necesidad que hay de deconstruir este concepto para que las madres podamos recuperar nuestra libertad a la vez que disfrutamos de la maternidad.

 

Artículos y libros de interés


  • #madresarrepentidas de Orna Donath


Espero que te haya gustado mi post. Si crees que necesitas trabajar esto en terapia, puedes pedir cita conmigo. También puedes seguirme en redes sociales para acompañarme en todas las propuestas que os hago para crecer.

Carola López Moya.
Psicoterapeuta gestalt.
Habilitada para el ejercicio de profesiones sanitarias.
Colegiada nº AN07169
Experta en psicología perinatal.

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